Paseo Inmortal – Cuento

Sería a causa de la luz de la luna – que todo lo distancia y vuelve irreal –  que al ver la figura alada, posada aquella noche en el filo de mi ventana, lo primero que pensé era que un ángel venía a mí.

Un poco más tarde, ya calmado y procurando mirar con atención, me di cuenta de que el ligero brillo lunar sólo iluminaba mi alma que huía…Eran las dos y treinta de la  madrugada en punto y se fue. Se montó en su nube azul, tenía destino fijo, pero andaba con nervios, esas cosquillas que siente uno antes de algo importante. No sabía si te vería, quizás sentía demasiada ansiedad por verte, por encontrarte esta vez…

Fue bajando poco a poco. A lo lejos veía un parque familiar, y allí una figura que no reconocía, ¿serias tú? Me alegraría tanto y tanto al verte.  Metro a metro, cada vez más cerca, aquella figura fue tomando forma, ¡eras tú!, con tu pijama holgada y abrazando una almohada blanca, junto a la banca del parque, frente a tu casa…

Me alcanzaste a ver, y una increíble sonrisa se dibujó en tu rostro, de un salto dejé la nube y corrí hacia ti sin palabras, solo caricias, abrazos, besos. Nos montamos a tu nube,  a nuestra nube, interminablemente azul.

Giraste… Tu cuerpo se movió hacia mí con la inocencia fingida del acto casual. Después ladeaste la cabeza y con una mano, apartaste el cabello, con el único propósito de dejar al descubierto tu cuello. Como si éste te estorbase para hablarme, fue como si el giro de tu cabeza y el vuelo de tu cabello fuesen los movimientos de una danza espontánea… Lentamente, me miraste, como si yo ocupase toda la capacidad de tus ojos, llenándome de tus pupilas que se agrandaban y se fijaban en mí con interés exclusivo. ¡Qué ganas de gritarte que te amaba! … En un momento dado, frotaste un labio contra otro, procurando que yo siga todo el proceso sin perder un detalle. Por fin, tropezó tu cuerpo con el mío y en el movimiento impreciso de una leve torpeza, terminaste recostada sobre mí.

¡Qué cantidad de palabras de amor y de pasión, puedes decirme con tus silencios! Vimos al tonto del pueblo que gritaba poemas de amor creyéndose Quijote o Cyrano, inventando doncellas en los balcones de algunas casas. Y reías, te divertía estar en tu nube, dueña del mundo, de la interminable noche, sintiéndote lo que eres: Exclusiva.

“¿Qué edad tengo?”, preguntaste mientras te engreías en mis brazos. “Tienes la edad de cuando se está seguro de que en todas las partes del mundo viven, piensan, sufren o ríen  como tú… Tienes la edad de mentir y que se te note, y de la risa cómplice. Tienes esa edad buena, en la que todo está a punto de suceder… Recuerda – te susurré tiernamente al oído – El hoy es un segundo que tiembla inseguro, el pasado no ha existido y el mañana no es sólo todo lo que queda, sino que también es lo único que llena el pensamiento.”

¿Esa es mi edad? – contestaste – que bella edad tengo – suspirabas – , y ¿Cuál es tu edad?, preguntaste mientras te acoplabas en un abrazo tierno, “¡Mi edad! – exclamé con picardía – es la de quien sonríe sin saber por qué, pero que se sabe feliz: sí, la del tontito, si quieres verlo así, tengo la edad del que se enamora en cada esquina…” y tú reías cómplice,  “En serio – dije coqueto mientras sonreía -, tengo la edad de los veranos que no se acaban y de las fiestas que están a punto de empezar, de las palabras vacías pero llenas de promesas, de las miradas de miedo inseguro… Hoy tengo esa edad que nunca termina y que siempre está amando…”

(Silencio…)

Te quedaste acostada en mi pecho, dándome la espalda mientras jugaba a pintarte el cuello a besos, y tu mirada no dejaba de ver el nacer de un nuevo día… y tus palabras de siempre, anunciando tu partida mientras apretabas suavemente mi mano: “Es hora de irnos. Terminó una noche más.”

  2Comments

  1. De Torquemada   •  

    Muy bien elaborado Claudio. Bonito tema, fantástico, todo un filón donde explorar cosas. Buen trabajo!! Felicitaciones!

  2. Rossdesign   •  

    Uao!! Como siempre me dejas sin palabras, me encanta tu estilo!! Y me siento ten identificada!!!!

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