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El Caminante – Cuento

El caminante sin nombre se alejó por los senderos que van a la colina, al principio fueron solo tres personas quienes se quedaron de pie en el límite del pueblo, luego, uno a uno fueron llegando los habitantes mientras el caminante seguía con paso firme hacia la montaña, la gente murmuraba sobre este extraño personaje, “no entiende razones” decían las mujeres, “no sabe a dónde va…” decían los ancianos, “nunca volverá” le anunciaban los padres a los hijos, y así, el caminante siguió su curso dejando atrás a los noventa pobladores de ese pueblo a la orilla de lo desconocido y, para cuando se alejó lo suficiente, aquel caminante dejó de ser un hombre y pasó a ser una leyenda.

Las historias eran infinitas, algunas oficiales, otras increíbles, pero en noches como esa, cuando algún forastero ingenuo decidía partir por el sendero, todas eran contadas y muchas otras inventadas, pues nunca nadie había regresado de allí.

Se decía que pasando esa montaña, que pareciera que tocara el cielo, existía un mundo maravilloso, abundante, digno de los hijos de Dioses, donde el sol calienta y no quema, donde la lluvia limpia y no inunda, donde el viento refresca y no se lleva con furia los tejados, un mundo que solo los privilegiados pueden tener, un mundo al que ese pueblo había desechado ir pese a ser un pueblo que se fundó por valientes, por hombres justos que llegaron con intención de partir hacia esa tierra nueva y se quedaron acampando por semanas, meses, años, esperando a que regresaran los primeros exploradores.

El caminante sintió frío, el viento le anunció que llegaba la noche, y el buscó refugio, un lugar donde acampar, hacer fuego y meditar. Recordó cada una de las historias contadas, e intentó que ninguna de ellas se hiciera parte de su realidad.

Un ser sin corazón tiene la custodia de la cima de la montaña, su misión es matar a quienes intenten acercarse siquiera, no tiene ojos y es sigiloso como un astuto zorro, dicen que es capaz de matar a un oso con sus manos, sabe oler al humano, lo rastrea por el calor, y dicen que disfruta hacerlo sufrir… él fue uno de los que intentó cruzar la montaña y fue torturado y devuelto a la frontera del mundo para que evitara el paso de alguien más, en castigo, se quedaron con sus ojos, por ver el mundo que no le pertenecía.

Se frotó las manos frente al fuego el caminante, acurrucado en su abrigo, miró al cielo… pensó en el infinito, en el tiempo no tiempo. Recordó a su maestro, lo extrañó en este plano y deseó verlo en otra dimensión.

 

–  ¿En qué dimensión estas? – se escuchó una voz a sus espaldas

–  ¿Quién está allí? – volteó el caminante asustado

–  ¿Estás seguro que estás donde crees estar? – preguntó la voz mientras una figura se materializaba frente a él

– Pensé que nadie venia por estos lares… – replicó sorprendido el caminante al ver a un hombre acercarse. – ¿cómo ha llegado hasta aquí?

– Uno siempre está donde necesita estar – dijo sereno mientras se ponía de cuclillas frente al fuego, – la pregunta es: ¿Cómo has llegado tú hasta aquí?

–  Estoy en busca… – dijo mirando el suelo

–  … del conocimiento infinito – completó el hombre mientras el caminante sorprendido lo miraba

–  ¿Tú también estás en búsqueda?

–    No, ya esa búsqueda terminó… caminante, esa búsqueda no está en esta dimensión, despierta y regresa a tu camino – le dijo mientras apagaba el fuego con un viento siniestro.

Asustado el caminante despertó de un sueño profundo, y vio como la brasa de la fogata casi se extinguía, dio un salto en busca de madera para no perder el fuego, aun pensando en el misterioso hombre de ese sueño

Le vino a la mente la sabiduría de su maestro: “tu mundo no es mi mundo” le dijo una vez, intentando explicarle las multi dimensiones en que vivimos.

– Si te dijera que existen más mundos que este mundo, ¿me creerías? – le dijo el maestro

– ¿Crees en los extraterrestres? – se burló el caminante

–  No, no son mundos fuera de este planeta, son mundos que existen en otras dimensiones, paralelas a nosotros, mundos que accedes cuando duermes, abandonas esta dimensión, tu cuerpo físico queda en reposo y vas y tomas conciencia en otra dimensión, de otro cuerpo,  de una realidad paralela que has estado viviendo con otros personajes, en otros mundos.

 

El caminante recompuso el fuego, se sintió inquieto, quería aclarar la mente, respirar paz y sabiduría, y retomó la meditación, con la mente en blanco, conectado con su esencia, quería visualizar el camino que lo llevaría en busca de la sabiduría infinita.

El canto de los pájaros anunció el amanecer, un sutil humo se desprendía de las cenizas de su fuego, y el viento fresco de la madrugada renovó las energías del caminante. “de día es que puedes caminar, de día los monstruos no te seguirán” le advertían los aldeanos.

Alistó su equipaje y enrumbó a la montaña, tras dos horas de camino, llegó al filo de un pequeño precipicio, tendría que bajar y subir nuevamente, eso le llevaría todo el día. Y así fue, el día se fue junto con los sonidos del campo, y la noche llegó con los silbidos del viento, la base de la montaña estaba a menos de cien metros, era hora de subir hacia su destino.

Un fuerte viento apago la antorcha y un escalofrío subió por su espalda, el caminante sabía que no estaba solo.

–  ¿Quién anda allí? – pregunto tímido

–   Soy el guardián de la montaña – respondió una voz seca – no deberías estar aquí

–   Vengo a cruzar la montaña…

–   No hay allí nada para ti, detente – se escucho la voz cada vez más cerca

–   Tú… ¿tú has estado allí?

–   Pasando la montaña hay cosas que te sorprenderían, encontrarás más de lo que imaginas, cosas que tus sentidos no comprenderían, verdades que tu ser no soportaría, animales y razas que te asustarían, un mundo al que no perteneces

 

El guardián olía al caminante, lo sentía, y sin ojos podía ver de él más de lo que otro humano podría, sabia que el caminante no era uno más, tenia algo especial, sabia que había desafiado con el rostro a las estrellas, llegaba ligero de equipaje, perdiendo los bultos de sus recuerdos, que no huye del sol de la mañana y que igual no lo podría dejar pasar

Puedes cambiar o seguir igual, la vida no tiene reglas, fracasaras frente a mi una y otra vez antes de pasar la montaña, te levantaras y volverás a empezar, y eventualmente con el tiempo dejaras de intentarlo, simplemente olvidaras porque estas aquí, y es normal olvidar cosas,  como yo he olvidado porque no te dejare pasar ni a ti ni a nadie más, dijo hilarante el guardián. Pues el sabia que había tras esa montaña, el perdió los ojos por ver algo que no podía soportar, y le congelaron el corazón por tener una sabiduría que no podía difundir, el logro llegar siendo muy humano y lleno de mortalidad.

El caminante pasara años en la orilla del mundo antes de lograr cruzar, tendrá que fortalecer su mente y su cuerpo hasta el punto en que pueda dejar de ser un ser humano y convertirse en lo que en realidad es, en volver a la esencia y entienda el tiempo no tiempo, pueda dejar de ver con los ojos el mundo distorsionado de su dimensión, y sea merecedor de poseer la sabiduría del poder del ahora.

 

 

  2Comments

  1. Edwar   •  

    No se si entendí!!! pero sigo analizándolo… está muy bueno ehhh, creo que empiezo a entender… pero luego vuelvo a dejar de hacerlo…

    • Claudio Morgan   •     Author

      jejejejeje, gracias Edwar por visitar el blog, cada ser puede entender lo que guste, sos libre! jajajaja

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